lunes, 30 de noviembre de 2009

Independencia de Venezuela y Masonería por Eloy Reverón

(Fotografía E. Reverón, Páez en redoma de Acarigua)
El presente texto es la ampliación a una consulta que se nos hizo, desde Argentina para una publicación española sobre el tema de la influencia de la Masonería en la Independencia de Indoamérica.
Como historiador, y por las investigaciones que he realizado sobre el tema, hablar de revoluciones libertadoras bajo los influjos de la Masonería, es difícil, porque la Masonería en Nuestra América se organizó después de la llamada Independencia. Esta fue motivada como resultado de la explosión social a consecuencia de la crisis de autoridad generada por la decadencia de la Monarquía española, cuando los mantuanos caraqueños se negaron a reconocer un cambio de dueño.
Simón Bolívar, quien había vivido una experiencia masónica de algo más de tres meses, viajó a Londres en julio de 1810, con el objetivo de buscar a Francisco de Miranda, para que éste, gracias a su amplia experiencia como diplomático, político, militar, estratega, hombre de mundo, quien además había estudiado la forma organizativa de los masones, le recomendó a su librero, un francés de apellido Leleux, cuya experiencia masónica le fue útil para organizar la Sociedad Patriótica, un foro paralelo donde las clases emergentes, vale decir pardos, canarios e intelectuales radicales, se constituyeron en un foco crítico y de presión al Congreso Constituyente de 1811 para contribuir a radicalizar el proceso.
Cuando los mantuanos declararon la Independencia, intentaron asumir el control absoluto, excluyendo a la gran mayoría. Una realidad es el balance mundial de poderes en crisis ante la amenaza de Napoleón, la independencia de los Estados Unidos y luego la Revolución francesa; otra, la realidad concebida por la clase dominante frente a la crisis; y finalmente, el estallido social como consecuencia del derrumbamiento del rígido modo de producción colonial debido al avance de la clase mercurial y el establecimiento de punta de playa de la emergente economía capitalista que paulatinamente se había venido instalando en el Caribe insular; y finalmente, la resistencia de los sectores excluidos rechazando una realidad económica que no tomaba en cuenta sus necesidades.
La violencia se fue haciendo dueña de la política por un espacio de 100 años, hasta que fue sustituida por la violencia institucionalizada encarnada en la dictadura de Juan Vicente Gómez y denunciada por la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín en 1968. En resumen, la ecuación de nuestra historia está precedida por un signo negativo ubicado en la parte externa de las llaves, corchetes y paréntesis que afecta a toda la ecuación, la cultura de dominación que implantó un modelo de sociedad, que no solo mantenía a la mayoría fuera de los muros de la Casa Grande, sino que generaba un reproducción cada vez más numerosa de excluidos al margen de la redistribución de la riqueza.
En mi libro, el Fantasma de Bolívar en la Masonería Venezolana, planteo que los posibles influjos de la Masonería, pueden estar en el proceso de pacificación, como una actividad cónsona con la naturaleza de la organización de los llamados obreros de la paz. Sin embargo, esto no excluye la posibilidad que la misma naturaleza organizativa inspirada por esta institución no hubiese permitido un espacio para la discusión de ideas, así como para el espionaje y la conspiración.
Entre Bolívar y Morillo, en su famoso encuentro de Santa Ana de Trujillo en la cordillera andina de Venezuela, allí hubo una larga conversación que careció de testigos y que se podría interpretar o deducir a partir de la observación de las consecuencias políticas de aquella reunión, cuyo texto no recogió la historia documental. Sin embargo, señalé entonces, que un testimonio sólido sobre la Institución Masónica como mano oculta de este hecho, sería aventurado.
Una cosa es la voluntad de los conspiradores, y otra la fuerza liberadora que reacciona ante la fuerza de dominación. En esto los pueblos son impredecibles.
El fantasma de la Masonería en el derrumbe del imperio español en Nuestra América, fue creado por la Historiografía Española, y recreado en este lado del Atlántico por los masones, sin lograr fundamentar con propiedad tales teorías conspirativas. En este sentido José Antonio Ferrer Benimelli, un jesuita de Santander, España, es la única persona a quien puedo recomendar para hablar con propiedad del tema.
Avanzado el siglo XIX, y en países como Cuba, el tema de la Masonería y la Independencia es otro asunto.